El sonido del cigarro apagándose en el agua,
Los vientos que navegan por mis días,
Me trajeron recuerdos de un pasado mejor.
Pasado curtido a pedradas de momentos,
Pasado cosido por las ruecas del lamento.
Y me subo a las nubes que dibujan
El soplido de la brisa, que las empujan.
Y me pierdo en las estrellas venideras,
Al llegar el impío ocaso quebrantado,
Escuchando el eco de las voces que nos susurran.
Voces que recuerden a sueños en que volar,
Cuchillos que se meten en estrofas de soledad,
Cuchillos que se clavan en versos melancólicos,
Derraman su sangre envenenando las miradas,
Que en sangre nadan que en sangre se ahogan.
Se me retuercen los intestinos podridos,
Por el que circulan los piratas más temidos.
Entonces aprendo a mentir riendo,
Y me callo pues, gritando en este punto.
Mas para entonces estos versos se habrán olvidado.
ALVARO GARCIA ATANCE Y JUANJO JORGE MARINA